jueves, 29 de julio de 2010

Queremos tanto a Guti

Genial, díscolo, excesivo, polémico, indolente, irregular, inconstante, incomprendido, imprevisible. Así ha sido José María Gutiérrez durante los más de 14 años que ha vestido la camiseta del primer equipo del Madrid. Así fue, así es y así será; los genios no cambian.

Flickr Han S0L0

Un blog que debe nombre e imagen a George Best no podía dejar pasar la despedida de Guti sin dedicarle unas líneas. Porque el ya ex-madridista pertenece a la estirpe de Best, de Gascoigne, de Romario, de Ronaldinho, de aquellos jugadores de desbordante talento que no llegaron todo lo lejos que sus cualidades presagiaban. La historia de Guti en el Madrid se ha repetido temporada tras temporada. Fuera quien fuera el entrenador -y el Madrid los ha tenido durante estos años de todos los tipos-, el 14 siempre empezaba la temporada en el banquillo. Con el paso de los partidos, el jugador se terminaba haciendo un hueco en el equipo e incluso conseguía la titularidad, pero con el verano el club volvía a fichar a algún futbolista en su posición (hoy Zidane, mañana Beckam, pasado Kaká) y de nuevo a empezar de cero. Guti fue un talento en permanente sospecha. Malos tiempos para la lírica en el balompié.

Flickr JuanJaén
Por supuesto, la culpa no es achacable exclusivamente a entrenadores y directivos miopes. Gutiérrez siempre fue el primer enemigo de sí mismo. Siempre fue un jugador irregular, ciclotímico, de ambición limitada, intuyo que de frágil carácter y necesitado de sentirse importante para dar lo mejor de sí. ¿Le faltó la continuidad necesaria para ser más regular o fue esa irregularidad lo que hizo que los técnicos no confiaran en él? Nunca lo sabremos.

Igual que esperaban los aficionados taurinos ese pase de Curro Romero que se resistía en aparecer, igual que los cinéfilos acuden al cine a ver cualquier película firmada por Coppola aunque lleve décadas entregando cintas mediocres, los futboleros veíamos cada partido del Madrid esperando esa chispa, esa genialidad, ese talento entregado con cuentagotas.

Con 33 años Guti deja el Madrid y se va al Besiktas turco a jugar bajo las órdenes de Schuster, acaso el técnico que mejor lo entendió. Ya no buscaremos su melena rubia en los segundos tiempos para que con un par de pases geniales arregle esos partidos atascados y aburridos. Estoy seguro de que dentro de unas décadas, cuando ninguno de nosotros apenas recuerde a Flavios, Makeleles, Gagos y Diarràs -esos imprescindibles jugadores de equipo-, nuestra memoria aún retendrá aquel pase entre líneas, ese taconazo a Benzemá o aquel otro a Zidane. Jugadores así son imprescindibles. Los otros son necesarios pero son los Gutis de este mundo los que nos hacen disfrutar tanto de este deporte. Por eso, a pesar de sus múltiples defectos, quisimos -queremos- tanto a Guti.



Más:
Informe Robinson: Todo sobre Guti

1 comentario:

Javimetal dijo...

En el fondo, con la marcha de Guti se cierra una estirpe fundamental en los 90 y que en los 00 ha sido sustituida por los "todocampistas" o los centrocampistas box-to-box: la del mediapunta.

Y creo que algo inherente a esa posición es la de ser irregular, la de que el talento sea discontinuo y se crezca en las ocasiones importantes, y que, cuando no están motivados, no aparezcan. Hemos pasado de Riquelme, o de Djalminha, o de Mostovoi, a gente como Lampard o Gerrard o, en la Liga española, a los bajitos-que-juegan-entre-líneas, pero con mucha más movilidad, y con un contacto más permanente con el balón (Xavi, Iniesta, Silva...).

Sin ser madridista, el jugador que más me gustaba que jugase era Guti. Ya no sólo por el talento que tenía, y su imaginación, sino por cuando le ponía ganas (esta última temporada fue clave en las remontadas), y porque tenía ese punto díscolo y hooligan, que hacía que encadenase partidazos y expulsiones...

Probablemente se luciese mucho más en la Premier que en Turquía, pero lo bueno es que la afición turca es todavía más pasional e irracional que la española, así que le irá bien.

¡Saludos!

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