sábado, 3 de julio de 2010

El kraut-rock alemán contra el tango argentino

En 1977 los Sex Pistols aparecían, como elefante en cacharrería, en la escena musical del Reino Unido con su polémico single God save the Queen. Se trataba de unos tipos maleducados, malencarados, malvestidos y todos los adjetivos que empiecen por mal que a uno se le puedan ocurrir. Los Pistols hacían una música rápida, agresiva, ruda y poco elaborada. Punk se llamó. Es evidente que sus influencias provenían de la música que se venía gestando al otro lado del charco -Stooges, MC5, New York Dolls, Ramones...-, pero se podría pensar -y a mí me resulta estimulante- que parte del influjo provenía del fútbol inglés. Todos los adjetivos aplicables al punk lo son también al fútbol de las islas. Un fútbol directo y agresivo, poco adicto a la filigrana vacua, pero generoso al máximo. Obviamente, cabe pensar que la influencia fue mayor por parte del entonces recio Arsenal que del Liverpool campeón de Europa, mayor la influencia de tipos como Stiles que de otros como Best.




Por aquella época ya existía en Alemania el kraut-rock, nacido a a principios de los 70, una corriente hetereogenea que le daba un giro de tuerca experimental al rock. El kraut-rock podía ser mecánico, denso, pesado y hasta aburrido en ocasiones pero tenía momentos geniales que te terminaban ganando. Un poco al estilo de la selección alemana. Un rodillo que te noquea. Aplastante. Can, Neu! o Kraftwerk, padres de la electrónica, son algunos importantes representantes de este estilo musical.



El pasado domingo se enfrentaron Alemania e Inglaterra. El problema es que los ingleses ya no son esa selección directa y generosa de antaño. Ahora son aburridos y previsibles como el rock progresivo. Han dejado de lado a los Pistols para entregarse en los brazos de Yes. Y claro, los alemanes, con su engrasado manual kraut-rock, los mandaron a casa.

Argentina es ahora el rival de Alemania en cuartos de final. Los argentinos son tremendistas y brillantes, capaces de lo peor y de lo mejor, con un punto melancólico y otro canalla. Excesivos como su entrenador, como su música oficial, el tango. Quien sea más fiel a su estilo se llevará el gato al agua. El kraut-rock alemán contra el tango argentino, mano a mano.



Pido benevolencia al lector si considera excesivamente forzada la metáfora musico-futbolera. No lo culpo. Al fin y al cabo sólo se trata de recordar, con la excusa de un partido de fútbol, a gente imprescindible como los Sex Pistols, Kraftwerk o Carlos Gardel.

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