El 11 de junio, Florentino cayó en un profundo sueño, convertido a la postre en una desagradable pesadilla. Para empezar, Florentino soño que Cristiano, la joya de la corona, su niño mimado, el hombre de los 96 millones, era eliminado en octavos de final del Mundial de Sudáfrica con más pena que gloria, sin demostrar en ningún momento el porqué de su consideración entre los mejores del mundo. No contento con eso, el cruel sueño castigó a Florentino con la victoria de Del Bosque, el entrenador al que Valdano y él habían despreciado siete años antes, sobre Queiroz, su sustituto entonces en el banquillo, el hombre al que los trajes le quedaban -y le siguen quedando- como un guante, pero que fue incapaz de sacar una gota de fútbol de la selección lusa en su enfrentamiento ante España. La lección táctica del caduco Del Bosque al moderno Queriroz hizo que a Florentino, en su modorra, se le revolvieran las tripas y le rechinaran los dientes.
También soñó Florentino que Del Bosque, el de las tácticas anticuadas, el entrenador que no daba la imagen adecuada para un moderno Real Madrid, llevaba a la selección española, a la moderna (ésta sin cursiva) selección española, hasta la final del campeonato. No sólo eso, sino que ganaba el título y su equipo era alabado en medio mundo por su juego de toque. En un momento especialmente doloroso del sueño, Florentino vio la imagen, tímida pero sonriente, del entrenador salmantino alzando la Copa del Mundo al cielo de Johanesburgo.
En sus sueños vio Florentino a Kaká, su otro ojito derecho, el futbolista que, después de una temporada gris ansiaba reivindicarse en la Copa del Mundo, caer en cuartos de final sin mostrar signos de su antiguo esplendor. El sueño adquirió tintes trágicos pues la derrota de Kaká y sus compañeros se produjo a manos de una Holanda comandada por unos brillantes Sneijder y Robben, jugadores que Florentino (mal)vendió para poder contratar al astro brasileño. Los dos holandeses, que habían conducido a sus respectivos equipos a la final de la Champions League en mayo, alcanzaron también la final del Mundial y sus nombres suenan ahora en todas las quinielas para el Balón de Oro.
Aunque después de esto cualquier pesadilla era menor, aún tuvo tiempo Florentino de soñar que Villa y Forlán, los dos delanteros descartados el pasado verano en favor de Benzema, se convertían en máximos goleadores del torneo y el segundo incluso era nombrado mejor jugador. Mientras, el ariete francés ni siquiera era convocado para disputar el Mundial después de una campaña mediocre en el banquillo del Bernabéu.
El 11 de julio, pasadas las once de la noche, Florentino despertó sobresaltado y angustiado. Una cortina de sudor bañaba su frente a pesar del generoso aire acondicionado de la estancia. Lo primero que hizo fue descolgar el teléfono y marcar un número: "Jorge, por lo que más quieras, ¡dime que todo ha sido una pesadilla!"
Foto: flickr azote
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