Los más jóvenes lo recordarán con la camiseta de los Portland Trail Blazers, moviéndose con dificultad sobre la cancha, soportando el peso de su maltratadas articulaciones, supliendo con suma inteligencia allá donde el físico ya no alcanzaba. Los que tengan más años guardarán en su memoria la imagen de un gigante esbelto, de bigote rubio y agilidad inusitada, con la camiseta verde del Zalgiris de Kaunas o la roja de la extinta Unión Soviética, maltratando a los pívots españoles, más bajos, más lentos, invariablemente más torpes. Seguramente alguno se acuerde de aquella vez que, jugando con su selección el Torneo de Navidad del Real Madrid, destrozó el tablero al colgarse del aro, ante la inútil y pueril resistencia de Alfonso Del Corral. Otros recordarán su cuerpo, ya castigado por las lesiones, enfundado en la purpúrea camiseta del Fórum Valladolid, recibiendo asistencias de Corbalán y doblando el balón para el tiro exterior de Homicius o Tikhonenko. Y muchos, seguro, se acordarán de la temible pareja interior que formó con Joe Arlauckas en el último Real Madrid campeón de Europa, justo antes de iniciar su tardía aventura americana. A buen seguro que todos lo recordarán como uno de los mejores jugadores que hayan visto jugando al baloncesto, un prodigio de potencia, elegancia, técnica e inteligencia.
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2 comentarios:
Sabonis es quizás el jugador europeo con más talento natural que ha habido nunca.
Al servicio de Obradovic y Mike Dunleavy... lo que tuvo que tragar.
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