Un gigantón rubio colgándose del aro y destrozando así el tablero que saltaba desprendido hecho añicos en todas direcciones. Ese es el primer recuerdo que guardo de un partido de baloncesto, aunque seguramente no fue el primero que vi. La jugada en cuestión se produjo, en diciembre de 1984, en un encuentro que disputaban el Real Madrid y la selección de la Unión Soviética correspondiente al Torneo de Navidad del Real Madrid, y el bárbaro gigante soviético era un joven y talentoso baloncestista que respondía -responde aún- al nombre de Arvydas Sabonis. Aunque aún quedaban algunos minutos de juego, el partido se dio por finalizado tras la rotura del tablero con victoria de la selección del este. Después de presenciar aquello, mi excitable y fantasiosa mente infantil soñaba una y otra vez con recrear esa escena en primera persona. Algún día, estaba decidido, yo emularía en color lo visto aquella fría noche de invierno en blanco y negro a través de la VHF y rompería un tablero después de un mate espectacular.
Para mí, en aquellos lejanos ochenta de mi niñez, el Torneo de Navidad era algo tan característico de las fechas como los turrones, la lotería (cientoveinticincomil peseeeetas), el tedioso mensaje del Rey, Los Goonies (también E.T. y La princesa prometida, pero sobre todo Los Goonies) o el Scalextric pedido cada año en la carta a los Reyes (al final llegó). No se trataba de un engorroso amistoso introducido con calzador en el calendario, sino de un torneo cuadrangular importante y prestigioso que todos los equipos se esforzaban en ganar, a pesar de no ser un título oficial. Eran invitadas habituales las selecciones de Yugoslavia, Grecia o la Unión Soviética y los mejores equipos del momento, como Maccabi, Cibona de Zagreb, Yugoplastika de Split, Benetton de Treviso o Aris de Salonica.
Mucho ha llovido desde que Sabonis destrozara aquel tablero. Ahora la Navidad no comienza el 22 de diciembre sino a mediados de noviembre y el espíritu consumista nos empuja tarjeta en mano hacia los atestados centros comerciales. Hace años que la televisión no programa Los Goonies en estas fiestas. Hoy los niños ya no piden un Scalextric en su carta a los reyes, sino Plays, Wiis y Nintendos DS. El juvenil y prometedor baloncestista soviético terminaría, pese a las lesiones que lastraron su carrera, jugando en la NBA y es ahora un ex jugador lituano bien entrado en carnes. El otrora majestuoso Torneo de Navidad entró en decadencia en los años 90 hasta que, por fin, alguien le aplicó la inevitable eutanasia en 2006. Y aquel niño que fantaseaba con destrozar el tablero con un espectacular mate, huelga decirlo, jamás consiguió ver cumplido su sueño infantil. Es cierto que los quebradizos tableros de vidrio pasaron a ser de irrompible metacrilato, pero es posible que cuestiones de otra índole, relacionadas con el físico y acaso con el talento, también tuvieran algo que ver.
Mucho ha llovido desde que Sabonis destrozara aquel tablero. Ahora la Navidad no comienza el 22 de diciembre sino a mediados de noviembre y el espíritu consumista nos empuja tarjeta en mano hacia los atestados centros comerciales. Hace años que la televisión no programa Los Goonies en estas fiestas. Hoy los niños ya no piden un Scalextric en su carta a los reyes, sino Plays, Wiis y Nintendos DS. El juvenil y prometedor baloncestista soviético terminaría, pese a las lesiones que lastraron su carrera, jugando en la NBA y es ahora un ex jugador lituano bien entrado en carnes. El otrora majestuoso Torneo de Navidad entró en decadencia en los años 90 hasta que, por fin, alguien le aplicó la inevitable eutanasia en 2006. Y aquel niño que fantaseaba con destrozar el tablero con un espectacular mate, huelga decirlo, jamás consiguió ver cumplido su sueño infantil. Es cierto que los quebradizos tableros de vidrio pasaron a ser de irrompible metacrilato, pero es posible que cuestiones de otra índole, relacionadas con el físico y acaso con el talento, también tuvieran algo que ver.
2 comentarios:
Yo no tengo recuerdos tan antiguos, puesto que cuando Sanbonis rompio ese tablero, yo tenia unos meses... pero si recuerdo el ir a casa de mis abuelos, y estar echando el torneo de navidad, y siempre verlo, aquel Madrid de Arlauckas y el propio Sabonis... una pena que se perdiera esa tradición... al menos tenemos un Madrid-Barça para cerrar el año.
PD:Y tambien me acuerdo de ver cada navidad La Princesa Prometida, que gran pelicula! jeje
Vaya recuerdos, y vaya equipazos.
Publicar un comentario