lunes, 11 de marzo de 2013

David Bowie: el azote del camaleón


“David Bowie vuelve con un nuevo disco”. Este titular, o similar, aparecía hace unos días en todos los medios, mientras las redes sociales ardían con la que probablemente sea la noticia musical del año, con permiso de Kevin Shields y sus My Bloody Valentine. Reconozcámoslo: a estas alturas, los fans de Bowie esperábamos antes una necrológica que una buena nueva de este calibre. Desde que en junio de 2004 abandonara el “Reality Tour” por un dolor en el pecho en el Hurricane Festival alemán, los rumores sobre su precaria salud no han parado de crecer. Su práctica desaparición de la actividad musical y la vida social durante estos años ayudó a avivar todo tipo de negros presagios. Por eso los que somos fans de Bowie, los que le hemos seguido casi religiosamente y tenemos muchos de sus discos en la estantería de primeros auxilios sonoros, estamos tan emocionados con este regreso. 

‘Where are we now?’, la canción de adelanto del nuevo disco, es una balada emocionante y lánguida, acompañada de un vídeo desasosegante que muestra a un pálido y demacrado Bowie mientras canta con voz trémula una letra melancólica plagada de referencias a Berlín, la ciudad donde se instaló a mediados de los 70 junto a Iggy Pop huyendo de los excesos y que le sirvió de inspiración para algunos de sus mejores discos. Se trata de una canción apreciable, pero no nos engañemos, no entrará en el olimpo de mejores composiciones de Bowie. Tampoco espera nadie que ‘The Next Day’, el álbum que verá la luz el 11 de marzo, esté al nivel de sus mejores discos, los de los años 70. Pero es que hablar del Bowie de los 70 es hablar del que probablemente sea el mayor torrente de creatividad de la historia de la música pop. Tantas canciones imprescindibles comprimidas en una década es algo de otro mundo.

Y es que entre 1970, cuando Bowie publicó ‘The man who sold the world’, su primer gran disco, y 1980, año en que vio la luz ‘Scary Monsters’, el Duque Blanco publicó nada menos que 12 álbumes a cual más rotundo, disfrutable e influyente. Porque, durante aquellos años, Bowie no se limitaba a sacar buenos discos, llenos de canciones para la historia, sino que iba un paso por delante de todos. Bowie no estaba en la vanguardia del rock. Él era la vanguardia. Bowie no se unía a la última moda musical, la creaba.

Cada uno tendrá su disco favorito y en este punto los bowiéfilos no se suelen poner de acuerdo. Hay quien prefiere la imperfección pop de ‘Hunky Dory’, con ‘Life on Mars’ como cima absoluta. El conceptual ‘Ziggy Stardust’ es el favorito de muchos. La historia del extraterrestre bisexual convertido en estrella de rock es quizás su disco más redondo, la obra más perfecta, pero tampoco falta quien se queda con el saco de hits que es ‘Aladdin Sane’ o el acercamiento al soul blanco en ‘Young Americans’. Los tres álbumes de la fría trilogía berlinesa (Low, Heroes y Lodger) cuentan también con multitud de adeptos. Luego están (estamos) los que van (vamos) cambiando su favorito dependiendo del momento, la situación o el estado de ánimo. ¿Por qué elegir un Bowie pudiendo disfrutar de todos?

El día 11 estará en la calle ‘The Next Day’. Puede que no sea ‘Hunky Dory’ o ‘Ziggy Stardust’, pero, qué demonios, tampoco nos importa. Como sucedía con el último Zidane, un detalle de clase suyo vale por la carrera completa de otros.

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Publicado originalmente en el número 7 de Lineker Magazine.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=WrVgCCUQ3fQ&list=ALHTd1VmZQRNpjTzlsgP7M06k-PN2IPKtE

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