viernes, 1 de agosto de 2014

Trece canciones de verano (que no son las típicas)


Las canciones veraniegas son casi un género en sí mismo, desde Georgie Dann a King África, pasando por el Aquí no hay playa de los Refrescos o los inevitables e imprescindibles Beach Boys, con su batería de Surfin'-songs (habría que distinguir, eso sí, como apuntábamos el otro día, entre canción del verano y canción veraniega, que son dos subconjuntos diferentes, aunque a menudo intersecten). Playa, olas, tablas de surf y chicas en bikini: cóctel irresistible. Estas trece canciones, sin embargo, no hablan de eso, o no demasiado, o no todas. Estas trece canciones sí hablan de amores de verano y desamores de invierno (o viceversa), de heridas que cicatrizan en el mar, de días interminables y noches sin fin, de lo inhóspito que puede resultar el verano y hasta de asesinatos y esqueletos fosforescentes Son canciones de verano, pero no son, creo, las típicas. Requisito: todas en castellano. Dato: en ninguna, salvo descuido, aparece la palabra surf.


Eurovisión (Flow)

“Cuando pienso en las olas y en el mar...”. Recuerdos de un verano: playas a reventar, cines de verano, paseos al atardecer, besos en casa y canciones que recuerdan a Eurovisión. Un inspirado pistoletazo de salida: “Las toallas y el bikini me recuerdan que el verano va a empezar”. Vamos allá.

 

El buen vigía (Family)

Aquellos interminables veranos de la adolescencia, cuando nada estaba escrito y había tanto por vivir, cuando las emociones estaban aún sin contaminar. Esos días en que los chicos viajan en motocicleta y a las chicas sonrientes les estalla el corazón. No hace falta que volváis, pero, Family, qué buenos fuísteis.



Hazte camarera (La Costa Brava)

Si El buen vigía es el verano de la adolescencia, Hazte camarera es el de la primera juventud, el de los días sin comer y las noches sin desvestirnos, el de tomar el sol, bailar y beber lo que se ponga por delante ("couldina con ginebra, vodka con el redoxon”). El verano en que podíamos permitirnos perder todo el tiempo del mundo, yendo de aquí para allá; cuando éramos jóvenes e ingeniosos (quizás no tanto como pensábamos, pero qué más da). El mejor verano de nuestras vidas. Si hay algo cierto es que nunca será igual.




De un verano a otro (Airbag)

El amor de verano tiene su reverso tenebroso: el desamor de invierno. El 31 de agosto todo son promesas, buenas intenciones, jamás perderemos el contacto y siempre te querré, pero el invierno es tan largo y el verano siguiente queda tan lejos. “Y al final te vi llevando tu samsonite de ruedas / Junto a ti caminaba un tipo alto, delgado / Recé porque fuera tu hermano”. Ay.





Escuela de verano (Waldorf Histeria)

Es propicia la época estival para el nacimiento de nuevos amores, pero también para que mueran de inanición aquellos surgidos al abrigo del frío invierno. Dicen que la distancia es el olvido, y si se acompaña de calor, días de playa, vestimenta escasa y nuevas amistades, la fórmula es fatal. La historia del chico que se queda en la ciudad mientras su novia se marcha a la playa de veraneo ("el verano que estuviste en la playa / yo estuve sólo en casa sin saber lo que pasaba / y no me llamaste ni una sola vez"), o viceversa, es recurrente. Luego llega septiembre y, claro, vienen las madres mías: “y apareció un chico alto, fuerte, rubio y bien parecido / y lo que sentí por dentro mejor si no te lo digo/ y el curso se me hizo eterno viendo cómo lo cogías de la mano / y otra vez todo a septiembre / y otra vez a la escuela de verano”. Como diría aquel, haber estudiao.




Nos vamos de excursión (Los Magnéticos)

Un bañador, una gorra, crema protectora, cintas de cassette y a disfrutar. Dominguerismo cool para olvidarse de todo por un rato.




Botiquín (Nosoträsh)

En ocasiones, el verano sirve para olvidar, para cicatrizar las heridas del invierno. Como sucede con el amanecer, que borra a veces los temores y zozobras de la noche, el verano, con su sol y sus días sin fin, ejerce de amnésico, ayuda a cerrar heridas, nadando en agua con sal, mucha sal. Luego llega septiembre y quién sabe.




Verano muerto (Los Bichos)

Aquí no hay olas ni tablas de surf; tampoco playa ni montaña. En el Verano muerto (ojo al inicio y final de la canción, con el riff de Sweet Jane de la Velvet) de Los Bichos hay huesos, ojos hechos pedazos y esqueletos maquillados como putas bajo el cielo plateado. Como el cementerio de Mecano, pero mucho más estimulante, dónde va a parar. Otro de esos grupos que jamás hay que cansarse de reivindicar.




Matanza de una noche de verano (Garage)

Si el verano de Los Bichos es inquietante, la noche de verano que retratan Garage (banda punkrockera de principios de los 80 liderada por, ojo al dato, Carlos Goñi), bañada de sangre, provoca terror. “Dicen que llevaba una vida muy extraña / siempre se acostaba al llegar la mañana”. He aquí el único asesino que no saludaba siempre.




El verano no nos quiere (Los Lagos de Hinault)

El antihimno veraniego lo firman Los Lagos de Hinault. Aquí no hay rencor como en Odio el verano, el hit de Los Vegetales, sino resignación. No es que no nos guste el verano, es que no es para nosotros. Sólo queda esperar que llegue septiembre y, mientras tanto, procurar mimetizarnos, intentar que se note lo menos posible que el verano no nos quiere: “Habrá que hacerse tatuajes y aprender a derrapar (...) habrá que hacer abdominales o intentar no respirar”.




Un día en la playa (Tom Boyle)

Los repudiados por el verano pueden encontrar refugio aquí: una playa sin mar a la que se llega en cohete espacial. Ni sol, ni sal, ni aglomeraciones, ni sombrillas, ni pelotas, ni cuñaos: la playa perfecta.





El último día de las vacaciones (Espanto)

Pero, como cantaban Los Módulos, todo tiene su fin, y llega el momento de recoger, cargar los bultos, encajar como sea la puta maleta en el coche y volver a la rutina, a los buenos propósitos y las colecciones. Atrás quedan las olas, los flotadores y los coches de choque. Si estás cansado del Dúo Dinámico como inevitable banda sonora del final del verano, El último día de las vacaciones es tu canción.





Exprime el verano (TCR)

El calor remite y los días van menguando. Es entonces cuando te entran unas irreprimibles ganas de aprovechar el verano, de exprimirlo hasta el final, antes de que la nostalgia otoñal te atrape. De TCR, banda de pop-punk injustamente englobada en su día en aquel cajón de sastre del tonti pop, tenemos que hablar otro día.

 


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