
Los Juegos de Tokio, por tanto, suponían una oportunidad ideal para demostrar al mundo que Japón, superadas las dificultades, estaba preparada para llevar a cabo un evento de ese calibre. Si a nivel organizativo era importante demostrar la capacidad nipona, también lo era desde el punto de vista competitivo. Los deportistas japoneses tenían que estar a la altura del acontecimiento y exhibir ante el mundo la pujanza del país. Uno de esos atletas era Kokichi Tsuburaya.
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