Foto: Stefano - Stark |
Y es que R.E.M. siempre fueron unos maestros del funambulismo a la hora de bailar en ese delicado alambre que aúna la calidad artística con el éxito comercial. Triunfaron a su manera, haciendo lo que creían que debían hacer y sin hacer nunca la más mínima concesión a las listas de éxitos. La mejor prueba es que después del éxito de 'Out of time' se sacaron de la chistera, en contra de lo que se podría esperar, un disco reflexivo, íntimo y oscuro como 'Automatic for the people'. Y también triunfaron.
Ahora Michael Stipe, Peter Buck y Mike Mills anuncian el adiós con una nota en su página web. Algunos pensarán que esta despedida llega al menos con una década de retraso. Es cierto que R.E.M. hace tres lustros que entregó sus mejores temas, pero también lo es que su supervivencia es más digna que la mayoría de grupos de generaciones posteriores. Sus mejores tiempos pasaron, cierto, pero nunca se arrastraron ni hicieron el ridículo. Su último disco, 'Collapse into now', sin ser deslumbrante, sí es un disco notable.
Como en cualquier separación, sea del tipo que sea, seas tú protagonista o sólo testigo de excepción, quedan los recuerdos. La primera vez que vi el vídeo de 'Shinny happy people' en la tele a principios de los 90. El año en que escuchaba 'Automatic for the people' compulsivamente. El concierto en Los Cármenes en 2005. Escuchar 'Losing my religion' o 'What's the frequency, Kenneth?' en cualquier pub durante aquellos maravillosos años 90. Recurrir desde la cabina a la infalible 'It's the end of the world as we kow it (and I feel fine)' para animar la noche o a 'Drive' para poner el broche de oro. Y, claro, echar mano del nombre de R.E.M. para intentar simpatizar con esa persona que apenas estabas empezando a conocer y salvar así una posible amistad antes de que pensara que un tío con unos gustos musicales tan raros no podía ser normal.
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