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Llámenme loco, pero a mí, en ese contraste entre el vello facial relativamente generoso de unos y el atildamiento metrosexual de los otros, me dio por imaginar una suerte de dos Españas futbolísticas separadas por el tiempo y la distancia. La barba y bigote de Rajoy y Del Bosque como sucesores del Tato Abadía y Carmelo, el Beckenbauer de la Bahía. Representantes de otra época, de un fútbol de barro y fondos de pie. La España de la furia y de la garra. Al otro lado, la España actual, metrosexual, representada por la melena Timotei de Ramos y las cejas perfecta y exageradamente delineadas de Cesc. La España peluda y ajena a modas contra la rasurada y pendiente del Vogue. La melena enmarañada de Sandokán Juan José contra la cabellera primorosamente cepillada de Ramos y el tinte rubio platino de Fernando Torres. Los bigotes torpemente recortados de Arteche y Martín Vazquez contra las cejas de Xavi. Las barbas abundantes y salvajes de los sportinguistas Mesa y Jiménez contra la barba escrupulosamente rasurada de Casillas. La España pendiente de los senos de Sabrina contra la España pendiente de la prima de riesgo.
Tiende uno a pensar que, como se dice popularmente, ni don Juan ni Juanillo. Ni greñas al viento que no han conocido peine, ni cuerpos afeitados hasta su último rincón. Ni el hombre y el oso cuanto más feo más hermoso, ni metrosexualidad extrema. Ni a mí el pelotón Sabino que los arrollo, ni el tiquitaca como padrenuestro. Siempre se pueden encontrar (es sano y necesario) puntos de encuentro entre las dos Españas (y ahora juro que ya no sé de qué estoy hablando exactamente). Dicen que en el término medio está la virtud. Yo opino que en el término medio está Xabi Alonso.
2 comentarios:
El termino medio son Xabi Alonso y Mata. Forzando la situación, pasarían Piqué y Casillas. Pero claro, entre jugadores rapados y/o con poco pelo (los otros porteros, Iniesta,...) y otros que siguen sin afeitarse (Silva, Llorente, Javi Martínez) lo que parece que representan es la prolongación indefinida de la adultescencia. Y eso tampoco, ¿no?
Pues a mí Iniesta me ha parecido el señor calvo que hemos tenido siempre, toda la vida, independientemente de épocas y tiempos.
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