sábado, 18 de junio de 2016

Prórroga o amor


Tengo un amigo que nació el mismo día que Alemania y Holanda disputaban la final del Mundial de 1974. Estaba todo listo para el espectáculo en el Olímpico de Múnich cuando, según cuenta él, su madre rompió aguas. Al ingresar en la clínica, el médico, ante la amenaza de perderse el partido, hizo todo lo médicamente posible por acelerar el parto. Felizmente, todo salió bien y, cuando Neeskens marcó de penalti en el minuto dos, mi amigo estaba ya en este mundo y el doctor delante de la tele.

Contada hoy puede sorprender la conducta de aquel médico, pero resulta comprensible: nadie quiere perderse una gran final. Sobre todo si la juega tu equipo y tú formas parte de la convocatoria, como era el caso de Vladimir Smicer en la Eurocopa de 1996, disputada en Inglaterra. El futbolista checo estuvo a punto de no jugar el desenlace del campeonato por culpa de uno de esos compromisos a los que uno está obligado a asistir por más que le incomode: su propia boda (Columna completa en El País).

miércoles, 14 de octubre de 2015

Martín Vázquez y el sexo


“El mejor de la Quinta es Martín Vázquez”. Esta frase la repetían los entendidos durante aquellos años ochenta en que el Madrid ganaba Ligas sin parar y fracasaba una y otra vez en su asalto a la Séptima. Muchos consideraban que Rafael Martín Vázquez era el que tenía más talento de aquella generación, pero lo cierto es que era el único que no terminaba de hacerse sitio en el equipo titular, exceptuando a Pardeza, que terminó emigrando a Zaragoza cansado de luchar contra un mito, según su célebre frase. Salvando las distancias, Martín Vázquez era una especie de Guti: un futbolista de una clase excepcional al que los entrenadores no acababan de encajar, un talento singular que solía desesperar al impaciente Bernabéu. Salvando las distancias, repito.

jueves, 28 de mayo de 2015

Encadenados: una historia de amor convencional


Si se mira bien, la de Encadenados (Notorious, 1946) es una historia de amor de lo más convencional. El resto es secundario: la trama de espionaje, el uranio como McGuffin (un año antes de Hiroshima, ojo), la ambientación en la alta sociedad de Río de Janeiro, el progresivo envenenamiento, el pérfido nazi enamorado perdidamente (magistral Claude Rains), la madre controladora (como la señora Bates, pero algo menos ajada). Todo ello es accesorio, un decorado necesario y maravilloso. Lo verdaderamente, lo únicamente importante de la película es el idilio frustrado entre Alicia Huberman y Devlin, encarnados por Ingrid Bergman y Cary Grant, guapísimos y maravillosos los dos; imposible encontrar reparto más adecuado.

martes, 26 de mayo de 2015

Cuarenta días para olvidar, un verano de incertidumbre y un final feliz


Hay veces en que unas semanas aciagas pueden acabar con todo, pueden sepultar meses de felicidad y tirar por tierra un prolongado idilio. ¿Quién no ha tenido unas semanas horribles en su vida, unos días en los que todo estuvo a punto de saltar por los aires para siempre? El Real Madrid de baloncesto los sufrió entre mayo y junio de 2014, y estuvo en un tris de no contarlo. Lo que sucedió en esos días en los que todo de pronto pareció irse a la mierda nunca lo sabremos con exactitud, por mucho que especulemos. Lo único que sabemos es que una historia de ensueño terminó en pesadilla.

lunes, 16 de febrero de 2015

Nos vamos a separar


Hay un momento en el transcurso de una relación en el que te das cuenta de que todo ha terminado y por delante sólo queda pesar y melancolía, una agonía más o menos larga, más o menos desgarradora. Resulta un instante extremadamente lúcido y a la vez, precisamente por ello, extremadamente doloroso. A partir de entonces, la historia puede durar cinco minutos o incluso varios años, dependiendo del autoengaño y el miedo de cada cual (hay quien aguanta toda la vida; pocas cosas hay más jodidas que el vértigo a la soledad), pero desde ese instante eres consciente de que se acabó, sabes que la relación está muerta y que el punto final es sólo una formalidad dolorosa.

viernes, 24 de octubre de 2014

Canción de viernes: Gente abollada (Surfin' Bichos)


Llevaba tiempo queriendo reanimar esta guadianesca sección, que llevaba moribunda desde que El Niño Gusano se asomó allá por el mes de febrero, pero no me terminaba de decidir. Pasa como cuando llevas demasiado sin llamar a un amigo querido. Cuanto más tiempo pasa, más pereza te da. Necesitas una excusa, una chispa que actúe de detonante, y entonces todo fluye, y entonces te preguntas por qué demonios no lo hiciste antes. Anoche me puse a escuchar, después de mucho tiempo, 'La luz de tus entrañas', el disco de debut de Surfin' Bichos. Al escuchar "Pedro vive oscuro y solo en el fondo del bar", saltó esa chispa.

En tiempos de zozobra hay que recurrir a los clásicos. A mis clásicos, claro.

martes, 7 de octubre de 2014

Cinco canciones para cinco aspirantes

Parece que fue ayer cuando estábamos disfrutando de prórrogas y tandas de penaltis en el Mundial de Brasil y ya está aquí la nueva temporada. Es hora de desembarazarnos del sopor veraniego, de dejar atrás la siempre ligeramente tediosa pretemporada, con su ir y venir de rumores y fichajes, con su reguero de partidos intrascendentes en cualquier confín del planeta, para afrontar la nueva campaña con energía. Para ello nos pueden ayudar estas cinco canciones, una por cada uno de los cinco máximos aspirantes al título de la Premier.

Ian Brown

jueves, 2 de octubre de 2014

A falta de fútbol, geografía

Lo primero que hice, cuando se celebró el sorteo de la Champions allá por el mes de agosto, fue correr a Google para ubicar al Ludogorets, uno de los tres rivales que el bombo había colocado en el grupo del Madrid para la primera fase. Resultó ser un joven equipo (fundado en 2001) de Razgrad, una pequeña ciudad búlgara de unos 30.000 habitantes. Casi todo lo que sé de geografía europea lo aprendí gracias a la Copa de Europa (salvo las montañas francesas, que conozco como la palma de mi mano por culpa de Perico e Indurain). Cuando era niño, descubrí ciudades como Rijeka, Anderlecht, Berna, Belgrado, Zabrze, Monchengladbach, Neuchatel, Innsbruck o Luxemburgo, donde jugaban equipos de nombres extraños e imponentes: Young Boys, Estrella Roja, Gornik Zabrze, Borussia Monchengladbach, Spora, Swarovski Tirol. Qué gran invento el de Hanot y Bernabéu para aprender geografía.



miércoles, 13 de agosto de 2014

Si me necesitas, silba


Todo empezó, como tantas cosas en esta vida, con una conversación entre dos amigos, con una apuesta que en un principio debió de sonar a fanfarronada. Durante un día de pesca, entre trago y trago, Howard Hawks aseguró a su amigo Ernest Hemingway ser capaz de realizar una gran película con la peor de sus novelas. La peor, a juicio del director, era una obra corta titulada Tener y no tener, la historia de un marino que, acuciado por problemas económicos, resuelve dedicarse al contrabando.

viernes, 1 de agosto de 2014

Trece canciones de verano (que no son las típicas)


Las canciones veraniegas son casi un género en sí mismo, desde Georgie Dann a King África, pasando por el Aquí no hay playa de los Refrescos o los inevitables e imprescindibles Beach Boys, con su batería de Surfin'-songs (habría que distinguir, eso sí, como apuntábamos el otro día, entre canción del verano y canción veraniega, que son dos subconjuntos diferentes, aunque a menudo intersecten). Playa, olas, tablas de surf y chicas en bikini: cóctel irresistible. Estas trece canciones, sin embargo, no hablan de eso, o no demasiado, o no todas. Estas trece canciones sí hablan de amores de verano y desamores de invierno (o viceversa), de heridas que cicatrizan en el mar, de días interminables y noches sin fin, de lo inhóspito que puede resultar el verano y hasta de asesinatos y esqueletos fosforescentes Son canciones de verano, pero no son, creo, las típicas. Requisito: todas en castellano. Dato: en ninguna, salvo descuido, aparece la palabra surf.