Hay días en que no estás para nada. Días en los que sientes el peso de la vida sobre cada centímetro de tu piel. Días en los que los recuerdos se suben a tu espalda como una pesada mochila y un puño invisible se agarra a tu pecho dificultándote respirar. Días en los que te sientes inerte y ves pasar la vida ante ti como un mal telefilme de sobremesa. Falsa y sin alma, con un guión estúpido y unas interpretaciones ridículas. La sensación de irrealidad te afixia.
Buscas algo que te haga sentir vivo. Es entonces cuando te pones a escarbar en tu colección de discos, buscando algo parecido al consuelo, aunque tampoco sea exactamente eso. Porque sabes que la música siempre está ahí, siempre ha estado ahí; porque hay canciones que en otras ocasiones te han hecho sentir mejor, te han zarandeado y te han hecho reaccionar, te han agarrado del cuello y te han sacado a flote. Tu mirada se posa en el 'Revolver' de los Beatles, que nunca te defraudó, y sólo de pensar en los acordes iniciales de 'Taxman' ya se dibuja una tímida sonrisa en tu rostro. A su lado, 'Something else' te hace un guiño y tú recuerdas que 'Waterloo sunset' es a menudo suficiente para hacerte olvidar los problemas.
Vas poniendo canciones de aquí y allá y notas que la congoja empieza tímidamente a remitir. Puede que sea una mejora efímera, pero es lo mejor que tienes por ahora. Resistes a la tentación de escuchar a Nick Drake y piensas en Etta James y Aretha Franklin. No estás seguro si la melancolía que destilan esas maravillosas voces es la medicina que necesitas en ese momento. Te aferras a 'Hunky Dory', sabiendo que en 'Life on Mars?' encontrarás una vez más refugio, y buscas la inyección de energía que siempre te transmitió Chuck Berry. Reparas de pronto en un recopilatorio de la Motown perdido en una montaña de discos. Un poco de Supremes, Martha Reeves, Four Tops y Marvin Gaye te hará bien, de eso estás seguro.
Miles Davis, The Go-Betweens, Big Star, Sonics, Otis Redding, Undertones, Ramones, Brincos, Kiko Veneno, Planetas, Family, Pulp, P.J. Harvey... sigues poniendo discos, uno tras otro, sin orden ni concierto, dejándote llevar tan solo por tu instinto, y poco a poco te vas sintiendo mejor. Claro que sabes muy bien que la música, qué más quisieras tú, no es la medicina definitiva que todo lo cura; pero sí sirve como bálsamo, sí sirve para aliviar esas heridas que se resisten a cicatrizar, para ayudar a sobrellevar días de nubarrones interiores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario